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La congelación de embriones, también conocida como criopreservación embrionaria, es una técnica de reproducción asistida que permite conservar embriones de buena calidad, obtenidos mediante fecundación in vitro (FIV), para utilizarlos más adelante, en un futuro intento de embarazo.
Este procedimiento forma parte habitual de los tratamientos de fecundación in vitro (FIV). Una vez se han obtenido varios embriones de buena calidad, se pueden transferir uno o dos al útero y congelar el resto para futuras oportunidades, sin necesidad de repetir todo el tratamiento desde el principio. Esto reduce el riesgo de embarazos múltiples y ofrece una opción segura en caso de que el primer intento no tenga éxito.
a temperaturas extremadamente bajas (–196 °C), lo que detiene por completo su actividad biológica y permite mantenerlos en perfectas condiciones durante años.
Hoy en día, el método más utilizado es la vitrificación, un sistema de congelación ultrarrápido que evita la formación de cristales de hielo y protege las células del embrión. Gracias a esta técnica, la gran mayoría de los embriones sobreviven al proceso de congelación y descongelación —con tasas de éxito del 95 % al 98 %— y conservan todo su potencial para dar lugar a un embarazo.